CRÍTICAS

JUSTO PASTOR MELLADO

Teórico, Crítico y Curador Internacional chileno

Santiago, 2010


LA PINTURA DE ANDRÉS HERMOSILLA

Andrés Hermosilla nació en el sur de Chile, en una región marcada por el arribo de colonos alemanes, franceses e italianos, sobre una trama territorial ya colonizada por la corona española, durante a los menos tres siglos. Los nuevos colonos se instalan a partir de mediados del siglo XIX, en torno a la ciudad de Valdivia, desde el borde costero hasta la cordillera de los Andes. El arribo de estos últimos significó la introducción de la cocina alemana a leña y de las máquinas a vapor para talar bosques. Es decir, en muy corto tiempo, la tecnología del vapor dio lugar a una nueva forma de habitar, mediante la edificación de una arquitectura vernacular que transponía modelos de vivienda de Europa central, que eran recreados y reinterpretados mediante una singular “cultura de la madera”.

Este es el marco ideológico y territorial en el que se desarrolla la formación de Andrés Hermosilla, en su natal ciudad de Río Bueno. Fue allí donde recibió sus primeras enseñanzas de arte, favoreciendo una formación solitaria, al margen de los centros de enseñanza que se encontraban localizados en otras ciudades de provincia. Es así que su aproximación a la contemporaneidad se realiza a través de la ejecución de paisajes planteados según los códigos de una abstracción figurativamente negociada, en la que primero buscaba reproducir ciertos equilibrios locales, a nivel de las estructuras de ocupación del territorio. Esto daba pie a pinturas de carácter meditativo, con elementos compositivos que comenzaron luego a representar desequilibrios que terminarían por afectar el acto mismo de pintar.

No es posible hablar de períodos definidos en la pintura de Andrés Hermosilla, sino en la existencia de gestos múltiples que se despliegan entre la catástrofe y la estabilidad y el orden del cuadro. En este sentido, la catástrofe no es sólo representativa de un estado del paisaje, sino que ésta pertenece al acto mismo de pintar, como una instancia pre-pictórica, un caos que habilita el acceso a lo visible, mediante la articulación de planos, pliegues, trazos que disuelven el vértigo de la página blanca.

Para el I Festival Internacional de Arte Contemporáneo de Argel, Andrés Hermosilla ha presentado un mapa de intensidades cromáticas y materiales, en que el hilo de envolver convierte a la pintura y su armazón conceptual en un paquete de encomiendas. La materia pictórica se deposita en los cruces de cáñamo como si fuesen zonas de alta concentración de signos, como si acogiera la inscripción de un mata-sellos. El cáñamo cubre la superficie de la tela formando una capa de coordenadas que fijan los itinerarios, de “idas y venidas”, de transferencias de información deformada por las condiciones de su traslado.

Me he referido al comenzar a la situación de acometida colonial del territorio, a los aspectos tecnológicos que permiten reticular el poder sobre los mecanismos de tenencia de la tierra. Ese es el primer paisaje que se revela en sus pinturas iniciales. Pero luego, lo que sobresale es el valor de los intercambios, de las dislocaciones, de las migraciones y los olvidos forzados de los orígenes. El modelo de “ida y de vuelta” se instala como un registro del modo cómo unos elementos culturales son importados, se incorporan a una superficie de acogida y luego son reelaborados por los nuevos usuarios, para establecer nuevas formas de convivencia.

El modo en que me he referido a la arquitectura vernacular de su tierra natal, reproduce y define el carácter de sus actuales elaboraciones pictóricas, en que fija momentos significativos del baile flamenco, entendido éste como una unidad cultural específica, que articula elementos de la poesía popular con el erotismo altamente codificado de las coreografías. Es así como el flamenco le permite una plataforma de ingreso a una mediterraneidad periférica, que descompone y recompone el efecto de conquista de una superficie mínima, donde el cuerpo es sólo verificable por la resonancia de la carne, encuadrada por una invención clave ligada a la casa.

En este punto, hay una resonancia cultural que remite a los viajes que Le Corbusier realiza a Argelia en la década de los años treinta, en que toma contacto con las líneas arquitectónicas de Gardhaia. La sola imagen de la mezquita de Sidi-Brahim define una ética de las formas, en que la casa se levanta como principio de distribución de la luz y de la economía del espacio doméstico. El cuerpo coreográfico toma distancia de sus propias condiciones de representación en el contexto de la casa como un reductor de sus índices de figuración, permaneciendo fiel a una gama cromática de económica variedad tonal. Por esta razón, Andrés Hermosilla experimenta un aprendizaje ejemplar en su visita a la casbah, lugar sobrecargado de historia, donde descubre y confirma el rol que juega en su abstracción, la puerta-ventana a la que Deleuze se refiere en El concepto de diagrama: “La ventana es un orificio para que el aire y la luz entren y salgan. Su abstracción es por lo tanto una abstracción demente. Tener la idea de hacer ventanas que no sean puertas-ventanas es un grado de abstracción muy grande. Se trata, según dice Virilio (…) de la primera gran abstracción… como decirlo… antropo-cósmica. A saber: el aislamiento de la luz”.

Lo anterior permite terminar esta presentación de la pintura de Andrés Hermosilla, que habiendo comenzado por el registro de la catástrofe en el paisaje, se desliza hacia el derrumbe del cuerpo como presencia.


ERNESTO MUÑOZ
Licenciado en Teoría y Crítica del Arte de la Universidad de Chile, Curador Internacional, Secretario General de la AICA - Asociación Internacional de Críticos de Arte / capítulo chileno y Director del Círculo de Críticos de Arte de Chile.

Santiago, 2009


La interactividad de las artes es una constante del arte del siglo XXI, así lo comprueba el artista Andrés Hermosilla, al conformar una obra en la cual convoca las artes visuales junto a la música y la danza.

Hermosilla, con sus condiciones de gran colorista diseña, explora y crea piezas que en forma abstracta celebra la unión entre estas disciplinas.

Con 25 piezas realizadas en papel y partiendo de la interpretación de la música y el baile determina el color que usa, donde el amarillo es la Guajira, el azul para la Milonga, el verde la Colombiana, y rojo concreta la Rumba Flamenca. En estos formatos se explaya con singular cuidado y destreza. Hermosilla que reúne un currículum importante de obra ha expuesto con definitivo interés y a demostrando con su obra un camino singular, de quien no es poco decir, porque tiene talento y originalidad.

El Flamenco entra; gracias a Hermosilla, a las Artes Visuales por la puerta ancha y eso lo agradecemos.



NATALIA ARCOS

Curadora Internacional, Teórica e Historiadora de Arte.

Santiago, 2007



Con una trayectoria de más de 30 años, la obra del pintor se caracteriza por una paleta reducida, de colores puros y contrastados, con formas precisas, donde sin embargo logra plasmar con certeza un abanico de expresiones que ha conmovido a la crítica desde sus inicios en el circuito del sur chileno. Ligado a la nueva abstracción su obra ejerce la economía de medios pero no de emociones. Con síntesis perfecta Hermosilla genera una producción que recuerda la estética zen, pudiendo trasportar al espectador tanto hacia la serenidad de la contemplación, como hacia la agresividad del mundo moderno. Tal cosa es posible gracias a la precisión del gesto del artista, medido, mesurado, pero a la vez potente y claro.



MAYA CASTRO

Presidenta Corporación Amigos de las Bellas Artes

Santiago, 2006


La reciente obra de Andrés Hermosilla me ha sorprendido, como hace años no lo hacía un artista.


MARIO TORAL

Pintor

Santiago, 2001


Nos sorprende con sus obras el pintor Andrés Hermosilla. En el panorama caótico y agresivo de las artes contemporáneas, las pinturas (y sus títulos) de Hermosilla nos llevan a un oasis donde la serenidad, la distancia del "bullicioso mundo", son resultado de la contemplación interna y de la armonía entre sujeto y materialidad . Inspiran recogimiento en su cualidad casi religiosa, en las que sin embargo también, y sorpresivamente, hay algunos toques de humor.
Es un lenguaje muy personal que ocupa un espacio entre la ingenuidad conquistada por un ser adulto y un equivalente plástico reducido a una gran economía de medios, pero no por ello menos expresivo y poético.



BÁRBARA TAGLIAFERRO

Crítico de Arte

Buenos Aires, 2000


La pureza del color y de las formas es expresada mediante la síntesis perfecta donde las composiciones hallan el equilibrio a través del uso exacto de los componentes.


Increíblemente interesante es la propuesta de Hermosilla por cuanto llega a expresar ideas pero principalmente sentimientos a partir de lo mínimo. Haciendo un recorrido por toda su obra la paleta es reducida, y esto se produce en cada una de sus obras donde tampoco hace un despliegue innecesario de colores.



BENITO ROJO

Pintor

Santiago, 1998


En estas obras de papel los blancos y negros establecen un escenario extremo, donde se proyectan como una pantalla China, los signos de un abecedario imaginario cargado de una sexualidad no ajena a la agresión. Esta caligrafía inconsciente evoca una atmósfera limpia que transmite su sentido e invita al ojo a buscar otros argumentos para su análisis. Es así como la esencialidad del gesto y la humildad de su factura llaman a la introspección situándose a medio camino entre el sentimiento y la razón.


CARLOS LASTARRIA

Crítico de Arte

Valparaíso, 1993


Andrés Hermosilla, además de poseer un apellido notorio e importante en el arte, tiene un oficio definido, una forma de expresión personal y un lenguaje plástico característico. Su presencia en Valparaíso contribuirá a dar mayor amplitud a nuestro universo Cultural.


SERGIO MONTECINO

Pintor, Premio Nacional de Arte 1993

Santiago,


El pintor Andrés Hermosilla, realiza sus tareas artísticas bajo buenos augurios para cuyo cultivo revela sensibilidad y oficio, interesa favorablemente, es un estudioso con una personalidad que permite individualizarle dentro de las promociones contemporáneas. Cuando se analiza la labor de un artista, es indudablemente muy positivo encontrar que su producción devela inconformismo. Ello es señal de una dinámica que activa la investigación y mantiene al creador en permanente búsqueda y preocupaciones que pueden aportarle mayor profundidad a su mensaje. En este sentido, Andrés Hermosilla, rodea su labor con viva vigencia. De su posición estética, podemos expresar, que ella se robustece porque pone toda su sangre, corazón e inteligencia en lo que ejecuta para resolver con sostenida energía y validez, los problemas de la pintura.



LEÓN SANTORO

Crítico de Arte

Valparaíso, 1993


Andrés Hermosilla, para nosotros, está más ligado al concepto de la Nueva Abstracción; porque nos muestra como un redescubrimiento del color, que lleva al espectador a gozar con el, desligado de la objetividad, que su motivación resalta la intensidad lumínica como "Fuerza de choque estético". Su muestra sintetiza una pirotecnia de color que traspasa la retina, para incrustarse en el alma del espectador y conmover su psiquis.